EL CONCEPTO DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA
Con la intención de identificar cómo se vinculan, y a su vez, cómo se diferencian (si es que lo hacen) la investigación y la innovación educativas, conviene analizar algunas formas de conceptualizar la investigación educativa.
La definición contenida en el diagnóstico de la investigación educativa realizado por la Secretaría de Educación Pública en 1989, establece que: investigación educativa es el conjunto de acciones sistemáticas con objetivos propios, que, apoyados en un marco teórico o en uno de referencia, en un esquema de trabajo apropiado y con un horizonte definido, describen, interpretan o actúan sobre la realidad educativa, organizando nuevos conocimientos, teorías, métodos, medios, sistemas, modelos, patrones de conducta y/o procedimientos educativos o modificando los existentes.
Por su parte, Jean Pierre Vielle (1989) explicita el concepto afirmando que: la investigación se entiende como todo proceso de búsqueda sistemática de algo nuevo; se trata de actividades intencionales y sistemáticas de búsqueda que llevan al descubrimiento y a la invención de algo nuevo. Este "algo" producto de la investigación, no es solamente del orden de las ideas y del conocimiento, la investigación educativa genera resultados diversos y muy diferentes; nuevas ideas, conceptos, teorías; nuevos diseños, modelos, prototipos; nuevos valores, comportamientos y actitudes; nuevos productos, artefactos o máquinas, etcétera.
Pablo Latapí (1981), se refiere a la investigación educativa describiéndola como: el conjunto de acciones sistemáticas y deliberadas que llevan a la formación, diseño y producción de nuevos valores, teorías, modelos, sistemas, medios, evaluaciones... se considera investigación educativa no cualquier esfuerzo de búsqueda de conocimientos o reflexión acerca de los hechos o problemas educativos, sino sólo las actitudes que persiguen la innovación educativa intencionadamente y en forma sistemática.
Sin duda que estas tres formas de definir la investigación educativa no agotan las posibilidades de conceptualización de la misma, ni pueden ser consideradas como de aceptación universal; incluso podrían ser objeto de debate entre quienes conciben de manera diferente la investigación educativa, sin embargo, para efectos del análisis a realizar, se han considerado como un buen punto de partida.
El análisis de dichas definiciones permite detectar algunos elementos en las que todas insisten:
– La presencia de acciones intencionales y sistemáticas.
– Realizadas con apoyo en un marco teórico o uno de referencia.
– Que conducen al descubrimiento de algo nuevo.
– Que pueden ser de diversa naturaleza: conocimientos, teorías, ideas, conceptos, modelos, productos, artefactos, máquinas, medios, pero también valores, comportamientos y actitudes.
Llama la atención especialmente, que en la definición de Pablo Latapí se precise que se considera investigación educativa no cualquier esfuerzo de búsqueda de conocimientos o reflexión acerca de los hechos o problemas educativos, sino sólo las actitudes que persiguen la innovación educativa intencionalmente y en forma sistemática.
Aunque no todo proceso de investigación culmina en una innovación, la investigación resulta ser la mediación por excelencia para el surgimiento, aplicación y validación de las innovaciones en educación.
El último supuesto de los que acaban de presentarse puede originar de manera natural un cuestionamiento: ¿todo proceso de innovación tiene que apoyarse en un proceso de investigación?
La respuesta que se asume en estas reflexiones es afirmativa, con la aclaración de que la investigación para la innovación tiene peculiaridades que le permiten no seguir necesariamente la “estructuración clásica” de los proyectos y reportes de otro tipo de investigaciones.
En el proceso de la investigación para la innovación, según se propuso en un artículo previo, se dan, no sólo en esta secuencia ni de manera lineal, los siguientes momentos:
• Acercamiento formal (por contraposición a uno de mero sentido común o superficial) a la práctica educativa de interés con el fin de identificar, en algún aspecto de la misma, un objeto de innovación.
• Construcción del objeto de estudio (que a su vez será objeto de innovación).
• Apropiación de los referentes teóricos que permitan la comprensión del objeto de estudio.
• Diseño de la estrategia de innovación: qué hacer y cómo hacerlo (método).
• Puesta en acción, seguimiento y evaluación de la estrategia de innovación en una dinámica de reflexión-acción que permita generar conocimientos acerca de la práctica educativa de interés y de sus posibilidades de transformación, misma que permitirá ampliar, reforzar y cuestionar los referentes teóricos.
INVESTIGACIÓN E INNOVACIÓN EDUCATIVAS
En el intento de generar una respuesta para esta pregunta, puede procederse a retomar algunas de las características con las que se describió, por una parte a la innovación, y por otra a la investigación, el análisis de dichas características permitirá puntualizar sus diferencias, sus coincidencias o su complementariedad.
De la innovación se estableció que se sustenta en la teoría, en la reflexión, que se introduce desde un trabajo de planeación, pero fundamentalmente se refleja en acciones que producen cambios en las prácticas, implica pues, transformación de las prácticas educativas.
En la investigación educativa, según se conceptualizó en el apartado anterior, se puede llegar, o no, hasta la transformación de la práctica, su finalidad es la generación de conocimiento, pero esto puede ocurrir en diferentes modalidades; en la investigación denominada básica o pura, se genera conocimiento entendido como aportación a la teoría, independientemente de la preocupación por su aplicación inmediata; mientras que en la investigación-acción, por ejemplo, se genera conocimiento entendido como el análisis sistemático de los diversos factores que inciden en una práctica o en una situación para modificarla favorablemente a través de dichas acciones.
Se estableció también que la innovación está referida a solución de problemas, en este sentido se encuentra plena coincidencia con la investigación, en tanto que ésta, parte precisamente del planteamiento de un problema para el que se pretende generar una respuesta. Sin embargo, el ámbito en que una y otra aportan a la solución de problemas puede ser de naturaleza diversa.
En la innovación se responde a problemas entendidos como necesidades de transformación de las prácticas para un mejor logro de los objetivos de las mismas; en tanto que en la investigación, la respuesta al problema implica la generación de conocimientos, la cual puede concretarse en multiplicidad de productos: teorías, modelos, ideas, materiales, transformación en las prácticas, etc.
Los planteamientos anteriores parecen ubicar los procesos de innovación en educación como una de las múltiples formas en que la investigación educativa puede realizarse, de tal manera que la investigación aparece como la forma natural y deseable de llegar a la innovación. Así, puede afirmarse que la innovación es un proceso que se sustenta en la investigación; pero que no todo proceso de investigación culmina necesariamente en una innovación educativa.
Se antoja difícil concebir un proceso de innovación educativa relevante que surja de la mera intuición y que en su aplicación no tenga un cuidadoso procedimiento de evaluación y seguimiento. De allí la gran importancia de la vinculación de la innovación con la investigación educativa; la investigación será pues la mediación por excelencia para el surgimiento, aplicación y validación de las innovaciones en educación.
Queda por considerar la afirmación de Pablo Latapí en la que establece que, sólo las actitudes que persigan la innovación educativa intencionalmente y en forma sistemática, podrán considerarse como investigación educativa; esto pareciera invertir la relación antes establecida, quedando la innovación como condición para que exista la investigación educativa, y no la investigación educativa como sustento de la innovación.
Ciertamente, se trata de una afirmación que requiere de análisis, éste permite considerar que, desde un punto de vista, el investigador en educación está siempre interesado por que las prácticas educativas ocurran cada vez de mejor manera; si las analiza, si las describe, si las explica, si las representa a través de modelos, en el fondo tiene la intención de que un mayor conocimiento acerca de ellas conduzca, tarde o temprano, a una transformación positiva en las mismas; esto pudiera ser el sentido de lo que Latapí denomina como actitud de innovación educativa, una especie de fin último con el cual se realiza la investigación en educación, aunque no cada investigación realizada culmine de manera inmediata en una innovación.
Si la investigación se convierte realmente en el sustento natural de las innovaciones en educación, nuestro sistema educativo encontrará en la vinculación investigación-innovación, una de las fuerzas transformadoras que tanto necesita.
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